¿Cuál es la relevancia de tener una identidad? Más allá de la identidad intrínseca del ser humano, que lo convierte en único (mientras la biotecnología no consiga lo contrario), se encuentran las miles identidades que nosotros mismos nos creamos.
Un nick para un foro, otro para aquella red social en la que no quiero que me reconozcan, otro para Blogger, etc. O, en cambio, un único nick para todas las plataformas. ¿Qué relevancia tiene utilizar diferentes o uno solo?
Quizá, aunque todo depende de cada cual, es cuestión de la valoración que queremos crear sobre el propio ego. No es una realidad extensible a todos, sino más bien la realidad que parece haber en el internet de hoy en día: se convierte en un juego del deseo de atención enmascarado en el "anonimato".
¿Qué quiero decir? Me refiero a que aún a pesar del supuesto anonimato que nos infiere un nombre o un nick que hemos adoptado, una gran parte de los usuarios de internet se valen del reconocimiento de su propio nick para aumentar su popularidad entre los navegantes, un poco al estilo de la popularidad de los institutos de películas americanas. Pongamos un ejemplo, y para ello voy a usar un nick ficticio como podría ser "JackSparrow" (por poner algo que pueda ser típico al ser un personaje conocido). JackSparrow se abre una cuenta de YouTube y sube tres o cuatro vídeos diarios, hasta que encuentra un tema que engancha a la gente y tiene un gran número de seguidores; acto seguido, en cuanto es conocido, se crea una cuenta en Facebook y Tuenti que se llama "JackSparrow" para que sus conocidos de YouTube lo agreguen con ese nombre; a continuación, abre un Blog cuyo autor es JackSparrow y escribe sus disertaciones para que sus seguidores comenten.
Esto, a fin de cuentas, es reflejo del deseo de agrandar el ego de prácticamente todo ser humano. No quiero decir que sea malo pero, reconozcámoslo, estamos creando una sociedad en la que todos queremos ser protagonistas no sólo de nuestras vidas sino también de la de los demás, e internet es la mejor arma hoy en día. A todos nos gusta que nos lean, que nos comenten, que nos vean, e incluso que nos critiquen.
¿A qué se debe este miedo a pasar desapercibidos?